jueves, 11 de abril de 2013

1997: El rescate de John Carpenter.

En 1981, el cine ochentero apenas nos había dado un mero aperitivo de las delicias que nos depararía a lo largo de toda esa década. Antes de clásicos como "Los Cazafantasmas", "La Jungla de Cristal" o, una de mis favoritas, "Regreso al Futuro"; John Carpenter nos sorprendió con una película que mezclaba acción, ciencia ficción y cierto suspense: "1997: Rescate en Nueva York."

                                                            Cartel promocional de la película.

La historia gira entorno a un ex-militar, ex-héroe de guerra y, en definitiva y como decía una famosa frase, ex-buen tipo. El nombre de nuestro particular héroe es Serpiente Plissken ¿Cómo? ¿Qué os suena eso de "Serpiente"? Lógico, puesto que este personaje sería la inspiración para los creadores del famoso Metal Gear Solid (¿Pero qué coño? ¿Ha dicho Metal Gear Solid?) para crear a uno de los mayores héroes de nuestra infancia, al menos de mi generación: Solid Snake. Dicho este dato curioso, el señor Plissken (bien interpratado por Kurt Russel) es lo que en el cine se conoce como "un Badass", es decir, no se trata de hacerse el duro sino de ser realmente un duro del cine. Por ejemplo, cuando el jefe de policía de la ciudad-cárcel (Sí, efectivamente Carpenter pensaba que en 1997 la ciudad de Nueva York sería una enorme cárcel aislada) le pide, o mejor dicho le obliga, a que rescate al presidente de los EEUU que, debido a un acto terrorista frustrado, se encuentra prisionero en la isla de Manhattan. "Debe usted rescatar al presidente" Es la orden del personaje de Cleef y la respuesta de nuestro héroe no es otra que "¿Presidente de qué?". También destaca al escena en la que, en medio de todo el caos, Serpiente se toma unos minutos para sentarse en una silla, en plena calle y a altas horas de la madrugada, sin preocuparle las bandas que puedan asaltarle.
La premisa puede parecer algo simplista pero, como dijo Walter Sobchak, "Su belleza radica en su sencillez". Además no es el inicio lo que nos interesa, sino el desarrollo de la historia que, por supuesto, no os pienso destripar. Sólo deciros que, vale la pena ver la película por varias razones:

 - Es una de las últimas películas que hizo Lee Van Cleef, sempiterno villano del cine, antes de           fallecer. Y una de las pocas en las que no hace de malo, al menos, no del todo.

- Porque es un icono del cine ochentero en general y del género apocalíptico en particular.

- Y, por supuesto, porque es de John Carpenter, uno de los mejores directores de esa década y todo un maestro del terror y la ciencia ficción.

Atentos también al magnífico plantel de secundarios que acompañan a Cleef y a Russell, entre los que destacan un taxista poco ortodoxo interpertado por Ernest Borgnine (descanse en paz, Ernie), un contrabandista de Gasolina al que da vida Harry Dean Stanton (el preso chiflado con el que realizaban las pruebas de la silla eléctrica en "La milla verde") y un "Duque" de Nueva York y, principal villano al que debe enfrentarse Plissken si quiere rescatar al presidente, interpretado por Isaac Hayes (quien se hizo famoso por crear e interpretar la sintonía principal de "Shaft", todo un clásico de la Blaxploitation).
En definitiva, si aún no la habéis visto o os han entrado ganas de volver al verla al leer estas líneas, adelante porque... una buena película, cómo un buen libro, nunca se ha visto lo suficiente.
Pd: Carpenter siempre ha sido experto en mostrarnos la cara más decadente de la sociedad americana pero, sin duda, en esta película no podemos sino maravillarnos por ese reflejo en un espejo roto que nos da de su nación.














No hay comentarios:

Publicar un comentario